jueves, 26 de junio de 2025

DE LA ADVERSIDAD A LA FORTALEZA



La vida, en su esencia, es un tejido complejo de momentos de alegría, calma y, por supuesto, adversidad. Nadie está exento de enfrentar dificultades, pérdidas, fracasos o momentos de profunda incertidumbre. Sin embargo, la verdadera magia no reside en evitar estas pruebas, sino en comprender que son precisamente estos desafíos los que forjan nuestro carácter y nos abren la puerta a una fortaleza interior que desconocíamos. La adversidad no es un fin, sino un catalizador para la transformación.

Cuando la vida nos golpea, nuestra primera reacción natural suele ser el miedo, la frustración o el deseo de que todo termine. Pero, es en esa fricción, en esa lucha, donde se activa un proceso de cambio profundo. Como el diamante que se forma bajo extrema presión, el ser humano revela su verdadera resiliencia cuando es puesto a prueba.

Esta transformación se manifiesta de varias maneras y sin darnos cuenta nos sumergimos en ese mundo que, nos llevan a estar claros en cuanto a nuestras prioridades. Los desafíos a menudo nos obligan a reevaluar qué es lo verdaderamente importante en nuestras vidas. Lo trivial se desvanece, y lo esencial cobra una nitidez asombrosa. Asimismo, nos permite desarrollar nuevas habilidades, porque ante un problema, nos vemos forzados a aprender, a innovar y a buscar soluciones creativas. Es impresionante ver como desarrollamos capacidades que no sabíamos que teníamos y que nos ayudan a superar las adversidades. Estas situaciones permiten que fortalezcamos nuestra resiliencia. Cada vez que superamos una adversidad, nuestra capacidad para afrontar futuras dificultades se amplifica. Aprendemos que somos capaces de soportar más de lo que creíamos.

Igualmente, nos permite ser más empáticos. Haber vivido el dolor o la dificultad nos permite entender y conectar mejor con el sufrimiento de otros, fomentando la compasión y la solidaridad. También, nos lleva a reconocer nuestra propia fuerza. Al mirar hacia atrás y ver lo que hemos superado, nuestra autoconfianza y nuestra autoestima se refuerzan de manera significativa.

Permíteme compartir la historia de mi amiga Antonieta, una historia que refleja cómo un desvío inesperado en la vida puede llevar a una fortaleza impensable.

Antonieta, era una arquitecta exitosa, obsesionada con la planificación. Su vida estaba meticulosamente organizada: una carrera en ascenso, un apartamento perfectamente decorado, vacaciones programadas con un año de antelación. Su mayor satisfacción venía de ver sus proyectos terminados, sólidos y funcionales.

Un día, la estabilidad de su mundo se quebró. Su madre, su roca, fue diagnosticada con una enfermedad crónica degenerativa que requería cuidados constantes. La noticia la golpeó como un rayo. De repente, los planos arquitectónicos fueron reemplazados por calendarios de medicamentos, citas médicas y la cruda realidad de la dependencia.

Al principio, ella se resistió con todas sus fuerzas. Sentía rabia, frustración y una profunda tristeza por la vida que "perdía". Su voz interior le decía: "No estás hecha para esto. Tu vida profesional se irá al traste. ¿Quién va a entender esto?". Había noches en las que las lágrimas no la dejaban dormir. La culpa la carcomía si pensaba en sí misma.

Sin embargo, a medida que los días se convertían en semanas y las semanas en meses, algo empezó a cambiar en Antonieta. Se dio cuenta de que su madre, a pesar del deterioro físico, mantenía una serenidad y una dignidad asombrosas. Observó la paciencia de las enfermeras y la fortaleza de otras familias en situaciones similares.

Entonces, empezó a buscar apoyo. Se unió a un grupo de cuidadores y, por primera vez, habló abiertamente de sus miedos y sus culpas. En ese espacio, encontró consuelo y, sorprendentemente, inspiración. Aprendió sobre técnicas de cuidado, sobre la importancia de la autocompasión y, sobre todo, sobre el valor inmenso del amor incondicional.

Tuvo que reducir su carga laboral, pero en lugar de ver esto como un fracaso, lo reinterpretó como una redefinición de sus prioridades. Descubrió una nueva faceta de sí misma: una Antonieta capaz de una ternura que nunca había imaginado, una Antonieta que podía gestionar crisis médicas con una calma sorprendente, y una Antonieta que encontraba alegría en los pequeños momentos de conexión con su madre. Empezó a dibujar de nuevo, no planos de edificios, sino retratos de su madre, capturando la belleza de sus gestos. Encontró una nueva forma de "construir": construir puentes de amor y consuelo.

La enfermedad de su madre continuó, pero ella ya no era la misma. Había aprendido que la fortaleza no es la ausencia de vulnerabilidad, sino la capacidad de abrazarla y aun así seguir adelante. Comprendió que la vida no siempre sigue los planos, y que a veces los desvíos más dolorosos son los que nos llevan a descubrir paisajes internos que jamás habríamos explorado. Se convirtió en una defensora de los cuidadores, compartiendo su experiencia y ofreciendo apoyo a otros. Su éxito profesional seguía siendo importante, pero su definición de "éxito" se había ampliado para incluir la resiliencia emocional y la profundidad de las conexiones humanas.

La historia de mi amiga Antonieta nos recuerda que la adversidad es una maestra implacable pero justa. Nos despoja de lo superfluo y nos revela nuestra esencia. Nos desafía a adaptarnos, a crecer y, en última instancia, a transformarnos de la adversidad en una inquebrantable fortaleza.


"Solo en nuestras horas más oscuras podemos descubrir la verdadera fuerza de la brillante luz de nuestro interior que no puede ser atenuada."

Doe Zantamata


martes, 4 de junio de 2024

ACÉPTATE Y ÁMATE TAL COMO ERES!

 


El amor propio es la capacidad de valorarse a uno mismo, de reconocer nuestras cualidades y aceptar nuestras imperfecciones. Es la base fundamental de una buena autoestima, ya que nos permite sentirnos seguros de nosotros mismos y confiar en que somos capaces de superar cualquier obstáculo que se nos presente en la vida. El amor propio nos ayuda a establecer límites sanos en nuestras relaciones y a no depender del reconocimiento de los demás para sentirnos felices.

Asimismo, el amor propio es la base de la salud mental y emocional de una persona. Cuando una persona tiene un buen nivel de amor propio, se valora a sí misma, se respeta y se acepta tal como es. Esto le permite establecer límites sanos, tomar decisiones que favorecen su bienestar y aprender a cuidarse a sí misma.

La autoestima, por otro lado, es la evaluación que hacemos de nosotros mismos a nivel emocional, cognitivo y conductual. Una autoestima saludable nos permite manejar de forma adecuada las críticas y los fracasos, y nos ayuda a mantener una actitud positiva frente a la vida. Cuando valoramos y respetamos nuestra persona, somos capaces de establecer metas realistas y trabajar en alcanzarlas sin caer en la autocomplacencia o la autocrítica excesiva.

El amor propio y la autoestima se construyen a lo largo de nuestra vida a través de nuestras experiencias, nuestras relaciones y nuestros pensamientos. Es importante cultivar el autocuidado emocional y aprender a valorarnos de forma incondicional, independientemente de los errores que hayamos cometido en el pasado. Cuando nos aceptamos y nos queremos tal y como somos, somos capaces de vivir una vida plena y feliz, sin depender del juicio de los demás para sentirnos realizados.

Por consiguiente, el amor propio y la autoestima son fundamentales para nuestro bienestar emocional y nuestra felicidad. Cultivarlos requiere de trabajo y dedicación, pero los beneficios que obtenemos al amarnos a nosotros mismos son incalculables. Aprender a valorarnos, a cuidarnos y a respetarnos es la mejor inversión que podemos hacer en nuestra vida, ya que nos permite ser más felices, más seguros de nosotros mismos y más capaces de enfrentar los desafíos que se nos presenten en el camino.

También, el amor propio y la aceptación están estrechamente relacionados, ya que el amor propio es la base para poder aceptarse a uno mismo. Cuando una persona se ama a sí misma, se acepta tal como es, con todas sus virtudes y defectos.

El amor propio implica tener una actitud positiva hacia uno mismo, valorarse, respetarse y cuidarse. Esto permite a la persona aceptarse tal como es, sin intentar cambiar o pretender ser alguien que no es.

Así pues, la aceptación es fundamental para cultivar el amor propio. Aceptar nuestras imperfecciones, errores y limitaciones nos permite aceptar también nuestras cualidades y virtudes, de manera equilibrada.

El amor propio y la aceptación se refuerzan mutuamente. A medida que una persona se ama a sí misma, es más fácil aceptarse y viceversa. Ambos aspectos son fundamentales para una buena salud emocional y bienestar personal.

Acéptate y ámate tal como eres, sin juicios y sin prejuicios. Vive, ama y sé feliz.


@noryszerpacoach





miércoles, 15 de mayo de 2024

LAS ESTACIONES DE LA VIDA


 

 

Cada suceso de nuestra vida tiene una estación, un momento adecuado; no se produce en un orden casual. Por lo tanto, nadie está exento de cambios de estaciones en su vida, porque las mismas, con sus matices, nos invitan a aceptarla y a vivirla.  Cada estación del año tiene su propósito, asimismo, cada evento que nos sucede, también tiene su razón de ser.  En la vida experimentamos temporadas felices, como un nuevo empleo y tener hijos, sin embargo, también experimentamos épocas tristes, como la pérdida de un ser querido. Cada evento que llega a nuestra vida, son como las estaciones del año y cada una de ellas son especiales. En muchas ocasiones, es necesario experimentarlas para madurar y crecer.

Las estaciones no son eternas; son pasajeras. Por tal motivo, es de gran valor comprender que nuestras estaciones también son pasajeras y con un propósito; no obstante, lo valioso es lo que hacemos en cada momento. En consecuencia, no te saltes ninguna estación, porque no puedes cambiar el otoño por el verano, sino, aceptar lo que estás viviendo para continuar con tu proceso. La forma en la que enfrentamos una estación influye enormemente en cómo vivimos las sucesivas.  Todo lo que sembramos en una estación repercute en la cosecha que recogemos en la siguiente. Por eso, lo importante es abrazar cada estación en su orden correcto para un viaje fructífero y agradable.

Por otra parte, es importante no aferrarse demasiado a una estación, debido a que puede tener efectos negativos. Imagínate llevar ropa de invierno en pleno verano.  Dejar atrás el invierno es esencial para continuar el viaje. Abraza el verano, porque esa es tu realidad y aprovecha plenamente las oportunidades que te ofrece la siguiente estación. No te apresures, todo tiene su momento. Por ende, aprende a soltar, porque esto te permitirá avanzar y entrar con alegría en la nueva estación que te espera.  Sé amable con tus momentos y ten presente que ninguna estación es perfecta. Cada una de ellas tiene sus propias complicaciones.

Disfruta cada estación, porque la vida es corta. Así pues, no lo dejes para la próxima cosecha, elimina las excusas y actúa. Atrévete a vivir cada estación con sus pros y sus contras. Experimenta todo lo que puedas de ellas, porque cada una con su aroma, calor, frío y tormenta nos convierten en personas poderosas.

Cada vida tiene sus propias cuatro estaciones y vienen y se van con frecuencia, pasando por encima de nuestros proyectos, esperanzas, miedos, sueños y deseos.

Aquí te digo en qué consiste cada una de estas llamadas estaciones o temporadas de vida:

Invierno: son los tiempos de desesperación, de desaliento, de adversidad, dolor, problemas, retos, incertidumbre, pena, decepción, resentimiento, la conclusión de algún ciclo y de miedo.

Primavera: es el tiempo de la esperanza, de los sueños, de los nuevos comienzos, de los planes, las metas, las oportunidades, las creencias optimistas y de confianza.

Verano: es el tiempo para la relajación, la diversión, el disfrute, los recuerdos maravillosos, la confianza, las creencias, el esfuerzo, las risas, los viajes, las vacaciones, los días fáciles y las noches placenteras.

Otoño: es tiempo de cosecha, de éxitos, de sueños realizados, logros, paciencia, recompensas y satisfacción.

Las estaciones de la vida no vienen en un orden en particular, a diferencia de las estaciones de la naturaleza. 

Recuerda que, cada una de nosotros, durante el tiempo que dura nuestro viaje, podemos pasar por estos ciclos o estaciones del año y movernos de verano a otoño y de nuevo al verano. En la vida, una etapa pudiera durar días, meses o años, dependiendo de la forma de pensar, actuar y comportarnos en cada época.

Así como las estaciones pasan, la vida también pasa y nuestro compromiso es aprender a fluir con ella.

En consecuencia, no podemos cambiar las estaciones del año, es inevitable. No podemos cambiar los sucesos que nos han ocurrido, pero si podemos cambiar nuestra perspectiva.  No podemos cambiar la dirección del viento, pero si podemos ajustar las velas para que nos lleve a un destino mejor. 

No te olvides de vivir. Vive cada estación y disfruta de ella.



Norys Zerpa



miércoles, 24 de abril de 2024

LA VIDA Y SUS MATICES


La vida no es una línea recta, porque, de serlo, todo sería muy aburrido. El universo, el cosmos, el clima, los sentimientos y las emociones son variables y tenemos que aprender a vivir con ellos. Sin embargo, en ocasiones idealizamos estar bien y queremos ver el mundo perfecto. Deseamos que todo nos resulte tal y como lo esperamos, pero no es así. Y esto es lo más bonito de vivir. Vinimos a este mundo para aprender, para crecer, para evolucionar y para ver el color rosa a cualquier situación a pesar de la borrasca que pueda presentarse en el camino.

El secreto para gozarnos esta vida es saberle sacar provecho a cada situación. Todo tiene su razón de ser. Nada dura para siempre. Algunas veces los días más oscuros, son los que nos han hecho reflexionar y avanzar. Por eso, te recomiendo que jamás te rindas, que continúes con este hermoso viaje, que persigas tus sueños y que dejes fluir el tiempo, porque el tiempo de Dios es perfecto. 

En ocasiones somos muy racionales y queremos encontrar la respuesta exacta de cada evento, pero déjame decirte que, así no funciona el universo. Hay que dejar fluir, vivir el momento y preguntarnos: “para qué me pasa esto” sin victimizarnos.  Estamos en constante evolución, en constante brillo y no podemos permitir que nada nos quite nuestra luz interior. No tengas miedo de sonreír, de llorar, de cometer errores. Recuerda que no estamos en este presente para ser perfectos sino para ser imperfectamente felices.

En la vida necesitamos de todo y de todos. Ella requiere de lo dulce, de lo amargo, de lo salado, de lo picante y hasta de la gelatina sin sabor. Cada circunstancia nos llena de aprendizajes, de sabiduría y de resistencia. 

Por lo tanto, es esencial sé agradecido con tu corazón, por darte intuición, con el universo por ser tan sabio y perfecto, y ponle amor a todo lo que hagas. Nunca dejes de brillar, de sonreír, de hablarte bonito y de tener pensamientos positivos.  Aprende a bailar bajo la lluvia, aprende a bailar bajo el sol, aprende a bailar descalzo, aprende a bailar con tacones bien altos, fluye con el son de la vida y disfruta sus movimientos y matices. Cada melodía es hermosa, aprende a escucharla y saca lo mejor que tienes en tu interior. Eres lo que das, eres quien defiende sus valores, eres el amor que tienes por dentro y eres lo que exteriorizas. 

Seduce a la vida, sonríele y verás como ella te sonreirá de regreso, con sus matices, sabores y destellos. 


Norys Zerpa


 

martes, 7 de noviembre de 2023

APRENDER A VIVIR...!

 



La vida, es un conjunto de cosas, sí, eso que lees. Cada persona vive su vida como le plazca, sin embargo, los golpes, las caídas y las experiencias, aunque no lo creas, serán las que te guiarán en tu camino hacia la felicidad.

Para aprender a vivir no existe un manual de instrucciones, porque jamás se aprende a vivir, sino que el vivir y las vivencias son un aprendizaje. Lo fundamental, es saber que lo único importante es sentirnos bien con nuestra vida. 

Aprender a vivir, se trata de aceptar las experiencias tal y como se presentan, sin ponerles una etiqueta positiva o negativa. Por ejemplo, en lugar de calificar una situación como triste, dolorosa o excitante, simplemente acéptala y sigue avanzando, aunque no te resulte agradable. No olvides que, en realidad, la mayoría de las situaciones no son positivas ni negativas, que en la vida no se gana, no se pierde, simplemente, se aprende. Naturalmente, son tus expectativas, experiencias y percepciones las que inclina la balanza en una u otra posición.

Vivir la vida es disfrutar de tu existencia. Es respirar, formarse, crecer, amar, compartir. Disfrutar de la vida es sentirse libre, abrazar el día y sonreír. La vida te pertenece y existen caminos que solamente tú puedes transitar y te permita vivir tus propias experiencias.

Aprender a vivir, es saber que la vida se conforma por momentos y experiencias, instantes y situaciones que nos llevan por diferentes senderos, caminos para avanzar y retroceder, para continuar el viaje o trazarnos nuevas metas.

Aprender a vivir, es valorar el aquí y el ahora. Algunas veces desperdiciamos nuestro tiempo comparando las sensaciones que estamos viviendo con las que hemos experimentado en el pasado o con las que podríamos experimentar en el fututo, haciendo que el presente se nos escape. Es esencial que comprendas que cada instante es único e irrepetible. Por ello, vívelo, saboréalo y conviértelo en un lienzo más para tu colección. 

Aprender a vivir, es olvidarse de los prejuicios, estos son una de las principales barreras que nos impiden disfrutar del presente. Enfrenta las situaciones con buena actitud y ábrete a nuevas experiencias que estén alineadas a tus valores, necesidades y deseos.

Aprender a vivir es tener la capacidad de dar las gracias, pero, hacerlo de corazón, saber darle la vuelta a la queja y convertirla en gratitud.

Todo lo que sucede en nuestra vida es una conspiración del universo contra nosotros. Todo tiene su razón de ser. Por ello, ante esas situaciones debemos afrontar y tener la capacidad de darnos cuenta de la cantidad de cosas maravillosas que tiene la vida. El dolor no es que sea bueno, sin embargo, nos puede traer cosas buenas y positivas. No se trata de buscar el dolor, sino de aprender de él y saber reconocer sus enseñanzas.

Búscale sentido a tu vida y aprende a vivir, VIVIENDO.



///Norys Zerpa

lunes, 28 de noviembre de 2022

EL AMOR PROPIO...!



La lengua es el músculo más fuerte de nuestro cuerpo y lo ejercitamos todo el tiempo; asimismo, deberíamos ejercitar a la perfección y a cada instante nuestro amor propio. Por lo tanto, es importante saber que éste influye en la forma en que nos relacionamos con los demás, en la imagen que damos a conocer y en la forma que afrontamos los problemas. Sin embargo, muchos no conocen el valor de aumentar el amor propio para garantizar su propia seguridad.  

La luz que irradia el amor propio, la energía con la que nos hace desplazarnos y desenvolvernos, hace posible que elijamos mejor a las personas que conforman nuestra vida. Además, podemos enfrentar con mejores recursos cualquier situación que se nos presente.
El amor propio es, en definitiva, un estado de aprecio que va apareciendo a medida que hacemos cosas por nosotros mismos. Cuando invertimos en nuestro desarrollo personal y profesional, emocional y espiritual, esto nos permite madurar en fortalezas y en calidad de vida.

El amor propio no significa sólo sentirse bien. No es algo que se puede lograr cuidando la imagen, disfrutando en soledad, a través de cursos o lecturas o compartiendo tiempo de calidad con la familiares y amistades. Y, a pesar que todo esto suena maravilloso, el amor propio no es esto. 

Precisa ante todo nuestra capacidad para valorar lo que hacemos y lo que somos. El amor propio es un estado que no acepta prejuicios, debilidad o menos aún ubicar su luz en lugares ajenos para perder así nuestra dignidad.  Por ello, el amor propio exige cuidados y se desarrolla mediante acciones que nos hacen crecer.

Cuando procedemos, por ejemplo, de manera inteligente protegiendo nuestros intereses y valores, cuando aceptamos nuestras debilidades y nuestras fortalezas y no tenemos necesidad de explicar nuestras necesidades.
Estamos a su vez en una etapa que nos hace sentir tristeza por nosotros mismos como seres humanos batallando por conseguir un significado personal. Pero, afortunadamente, estamos más orientados hacia nuestro propósito y nuestros valores. 
Lo importante es conseguir lo que nos propongamos a través de nuestros propios esfuerzos

Si eres de las personas que no saben identificar la falta de amor propio, aquí te dejo algunas señales que indican que no te amas a ti mismo(a).

  • Cuestionas los halagos: Las personas que no se aman a sí mismas no aceptan un cumplido o halago de otras personas.
  • Estás constantemente a la defensiva. La falta de confianza e inseguridad provoca que la persona esté en un estado de alerta constante e injustificado, tomándose cualquier acción o comentario como un ataque personal.
  • Te comparas con los demás. Esto aumenta sentimiento de envidia, frustración e inferioridad.
  • Crees en la buena suerte: Las personas sin amor propio, piensan que los logros obtenidos, se debe a la buena suerte. Una persona que no se quiere jamás reconocerá su valor, esfuerzo y capacidad.

Por ello, es importante aumentar el amor propio.  Las personas que se aman a sí mismas suelen saber lo que piensan, quieren y sienten. No actúan en función de lo que los demás quieren para ellas. Sin embargo, muchas veces nos descuidamos y no decimos lo que nos molesta, le damos la prioridad a otros y con todo ello, el amor propio se va al precipicio. Evitemos esto último, valoremos lo que somos. 

Por otra parte, debes tener claro que amar no significa cumplir con los deseos del otro, sino apoyarle en lo que necesita. Todo debe tener un equilibrio.

Otra manera de aumentar el amor propio, es cuidar más de tus necesidades básicas. Aliméntate a través de actividades saludables, lo que incluye una buena alimentación, ejercicio, buen sueño, intimidad e interacciones sociales saludables. No temas priorizarte. Recuerda que, el amor propio no es egoísmo, es un ejercicio de salud para el propio equilibrio físico, mental y emocional.


Tú mismo, tanto como cualquier otro ser en el universo entero, mereces tu propio amor y afecto (Buda)