lunes, 22 de febrero de 2021
lunes, 15 de febrero de 2021
viernes, 12 de febrero de 2021
La vida, es sólo momentos, algunos buenos y otros no tanto, pero lo importante es saberlos vivir y darles nuestra mejor cara. Debemos aprender de los fracasos, errores y triunfos, levantarnos después de las caídas y celebrar los triunfos. Esas experiencias tenemos que acompañarlas con bonitas reflexiones que nos ayudarán y serán los recuerdos de los momentos vividos. Lo importante está en saber aprovechar el tiempo y agradecer cada amanecer. La felicidad no tiene precio, pero sí tiene un nombre y se llama VIDA. Disfrutarla depende de nosotros.
LA ACTITUD ES TODO, EL ÉXITO O EL FRACASO DEPENDE DE ELLA....
La actitud es nuestra forma de actuar. Es decir, es el comportamiento que empleamos para realizar las cosas y enfrentar los desafíos de la vida. La actitud que cada quien toma frente a los problemas determina la importancia de los mismos.
Vale la pena mencionar el vaso medio lleno o medio vacío, debido a que nos podemos alegrar al observar la mitad llena, o nos podemos preocupar por la mitad vacía. Ello dependerá de la manera que tenemos de mirar la situación, o queremos ver siempre lo que falta, o cultivamos una mirada positiva para valorar lo que tenemos. La vida nos brinda diferentes oportunidades y está en nosotros colorearla con colores alegres, oscuros o pasteles.
Estos colores van a depender de nuestra actitud de ver las cosas, muchas veces tenemos que cambiar de actitud para poder alcanzar niveles que nos permitan vivir de la mejor manera posible. Escoge tu mejor color y pinta sonrisas que alegren tu vida.
El miedo al rechazo nos hace buscar la aceptación de muchas formas. La aceptación de nuestra pareja, en un equipo, en los grupos de trabajo, nos sometemos a valores no escritos de la familia, nos unimos a creencias religiosas y pertenecemos a alguna ideología política. Sentimos miedo a no pertenecer y ser rechazados. Este miedo nos convierte en personas dependientes, sometidas y adictas.
El miedo al rechazo siempre será doloroso y adictivo al mismo tiempo. El rechazo genera ira y con ello deseos de venganza. Es por ello, que el rechazo genera violencia y emocionalmente es muy difícil que quien fue rechazado se aleje de su agresor. Es importante tener en cuenta que el miedo al rechazo lo puede sufrir cualquier persona, hasta aquella socialmente más integrada.
Durante la secundaria, sufrí de rechazo por parte de un grupo de compañeras de clase. Este era un grupo con condiciones totalmente distintas a las mías, pero como eran las más populares quería a como diera lugar integrarme. Comencé a exigirle a mis padres que me comprasen mochila y zapatos de marca, situación imposible porque ellos no contaban con recursos económicos para cubrirme esos lujos. Siempre recuerdo que llegué a pedir deportivos prestados para la clase de educación física y éstos como no eran de mi talla, se me dificultaba correr situación que aprovechaban para burlarse de mí. Me sentía marginada y para remediar la situación les hacía las tareas, los dibujos y hasta llegué a hacerle los exámenes, esto con tal que me permitieran estar con ellas.
Recuerdo que llegué a pedir deportivos prestados para la clase de educación física y éstos como no eran de mi talla, se me dificultaba correr situación que aprovechaban para burlarse de mí. Me sentía apartada y para remediar la situación les hacía las tareas, los dibujos y hasta llegué a hacerle los exámenes, esto con tal que me permitieran estar con ellas.
Sin embargo, me pasó algo muy gracioso, porque un buen día me abordó un compañero de clases en la cantina escolar y me preguntó qué porqué yo permitía que esas muchachas se burlasen de mí, si en realidad yo no encajaba en ese rompecabezas. Pero, mi afán de integrarme a ese grupo era muy fuerte y decidí seguir con mi propósito. Todas tenían lo suyo, aunque había una a quien de verdad le tenía mucha rabia porque era la más engreída. Y es entonces cuando inicié mi plan de venganza. Me juré no retirarme hasta no concretar lo que tenía en mente.
Llega el examen final de matemáticas y ella necesitaba sacar buena nota, sabía que me buscaría porque era mal estudiante. Al entrar al salón me llama y me dice que me había llevado algo para que le ayudase con el examen. Inmediatamente, pensé en mi plan. Le dije muchas gracias, no hay problema. Ella tomó asiento detrás del mío, para mayor comodidad. Nos entregaron el examen y es entonces cuando inicio mi venganza. No, le resolví el examen, terminé el mío y me retiré del salón.
Esta historia espero que te sirva de reflexión, porque para no ser víctimas del miedo al rechazo, o del rechazo mismo, debemos aprender a reconocerlo y gestionarlo, debido a que no sólo somos vulnerables a la ofensa, sino también a que la ofensa se produzca.
miércoles, 3 de febrero de 2021
Hay quienes afirman no sentir miedo, cosa que no es cierta, porque todos en algún momento hemos sentido miedo a enfrentarnos a diversas situaciones o circunstancias. El miedo es libre y sentirlo es natural. Es por ello, que vivir sin miedo no es posible, pero sí necesario. Lo importante es saber vencer ese miedo que nos bloquea e impide avanzar, porque es una de las mejores formas de crecer como personas y lograr una vida más placentera.
¿QUÉ ES EL MIEDO?
Sófocles dejó para siempre una frase definitoria por boca de Corifeo: «Para quien tiene miedo, todo son ruidos». Pues eso, toca pasar del miedo a la voluntad, y del ruido a las buenas noticias.
El miedo es un mecanismo de defensa que se activa ante la sensación de un peligro, que puede ser real o no, pero que estimula sensaciones fuertes y desagradables.
El miedo es una emoción que nos alerta sobre una posible amenaza y nos indica que debemos tomar precauciones para protegernos, siendo su objetivo principal mantenernos a salvo. Pero, el problema se presenta cuando es el propio miedo el que no nos deja vivir.
DIFERENTES TIPOS DE MIEDOS
Nos vamos a encontrar con diferentes situaciones que provocan miedo. Por ejemplo, cuando nos quedamos solos en casa y sentimos algún ruido, en ese momento nuestra mente comienza a asociarlo a diversos eventos y nos sentimos en peligro. Cuando cruzamos una avenida y un auto nos frena bruscamente, cuando caminamos por calles oscuras y solitarias a altas horas de la noche, en éste caso a pesar de no existir un hecho real que inspire miedo, nuestra mente se desborda con pensamientos fantasiosos e imaginando todos los inconvenientes que pudieran suceder.
Por lo tanto, el miedo no sólo se presenta cuando percibimos una amenaza real a nuestro “yo físico”, sino también cuando imaginamos situaciones que nos podrían poner en peligro. No obstante, así como sentimos miedo, también, tenemos una capacidad para anticipar el peligro que nos permite tomar medidas para evitarlo y mantenernos protegidos.
Este tipo de miedo se conoce como miedo racional y por supuesto es totalmente comprensible. Sin embargo, también existen miedos irracionales. Éstos son fáciles de identificar porque nuestra respuesta es completamente exagerada ante el peligro real que representa el estímulo.
Las fobias son un ejemplo clásico de éste tipo de miedo. También, podemos sentir miedo a hechos del pasado, sabiendo que no nos volverá a suceder.
Una de las fobias más particular es el miedo a la oscuridad, conocido como escotofobia, provoca niveles de ansiedad y sensación de pánico, por ello las personas que lo padecen evitan estar en sitios oscuros.
Cuando era niña le tenía miedo a la oscuridad y ese miedo me persiguió durante mucho tiempo. El mismo era motivado a que vivía en un caserío que no contaba con energía eléctrica y cuando se acercaba la hora de dormir mi corazón se aceleraba y comenzaba a buscar compañía. Mi noche era sinónimo de terror, de angustia y de llanto.
Cuando llegaba la noche, también comenzaba mi sufrimiento, y eso hacía que le solicitaba a mi mamá que dejase una vela encendida en cualquier sitio de la casa que me sirviera de guía para ubicarme. En una oportunidad la vela se consumió y cuando desperté me sentía perdida y entré en pánico. Mi casa, no tenía puertas y mi habitación era con vista al bosque, lo que me ocasionaba temor y no quería abrir los ojos porque me imaginaba animales salvajes y alimañas entrar a agarrarme. Este miedo me paralizó hasta parte de mi adultez, hasta que, con el tiempo comencé a reconocerlo, a aceptarlo y a enfrentarlo. En ocasiones, se me presenta, sin embargo, lo enfrento las veces que me visita, porque las emociones no se controlan, simplemente aparecen y está en nosotros buscar herramientas que nos permitan gestionarlas.
Por otra parte, con frecuencia nos preguntamos: ¿por qué tenemos miedo?
Sin duda alguna, tenemos miedo porque es un estímulo natural. Todos hemos sentido miedo en algún momento. Y, como lo mencioné anteriormente la función del miedo es precisamente avisarnos de un peligro para ponernos a salvo. El miedo es sinónimo de riesgo. Sentimos miedo cuando deseamos hacer algo y tenemos miedo al fracaso, miedo al rechazo, miedo a las pérdidas, miedo a la muerte y a los grandes cambios. Es por ello, que el miedo nos acompaña en diferentes situaciones y roles de nuestra vida personal y profesional. Todos estos temores son los que nos impiden vivir plenamente y nos hacen permanecer en nuestra zona de confort por miedo a enfrentarnos a lo desconocido, trayendo consigo limitaciones en nuestras metas y acciones.
El miedo suele paralizarnos y convertirnos en personas inseguras, abandonando así nuestros proyectos. Es entonces, cuando el miedo deja de ser un mecanismo de alerta y se convierte en una actitud ante la vida que va en contra de nuestro crecimiento personal y profesional.
Cuando decimos tengo miedo, es porque estamos aceptando y reconociendo esa debilidad, pero ésta misma debilidad es la que nos va a llevar al camino del éxito. Se preguntarán: cómo?, pues muy simple, dando el primer paso que no es otra cosa que enfrentarlo. Debemos estar conscientes que no podemos ni debemos eliminar el miedo de nuestra vida, pero si podemos convivir con él sin dejar que nos paralice.
No te escondas del miedo, enfréntalo....