En el camino hacia el desarrollo personal y la plenitud, muchas personas se enfrentan a un dilema: ¿Qué viene primero, el ser, el hacer o el tener? Esta pregunta no sólo es crucial, sino que también refleja un enfoque hacia la vida que puede transformarlo todo. El orden en que estas palabras se entienden y aplican define, en gran medida, el éxito de cualquier cambio personal o profesional.
El ciclo tradicional: Tener, Hacer y Ser
Durante años, muchas personas han adoptado la perspectiva de que primero hay que "tener" algo: dinero, tiempo, recursos, para poder "hacer" las cosas necesarias y finalmente "ser" felices o exitosos. Por ejemplo, alguien podría pensar: "Cuando tenga un mejor trabajo, podré viajar y seré más feliz". Aunque esta lógica parece razonable, a menudo deja a las personas atrapadas en un círculo interminable de espera.
El problema de esta perspectiva radica en que el acto de "ser" está siempre condicionado a factores externos. Es decir, el bienestar y la felicidad se convierten en metas inalcanzables, siempre dependiendo de algo más.
Ahora bien, y si comenzamos a darle un nuevo enfoque: Ser, hacer y tener.
La clave del auténtico desarrollo y crecimiento personal reside en invertir este ciclo: primero hay que "ser". Esto significa trabajar en la identidad, en los valores y en la mentalidad personal. Desde este lugar de fortaleza interior, naturalmente se pasa al "hacer", es decir, a tomar acciones que reflejen ese estado interno. Y finalmente, como resultado de esas acciones, se llega al "tener": unos resultados que estén alineados con aquello que se es.
Un ejemplo lo ilustra claramente. Piensa en alguien que quiere tener éxito financiero. Si esta persona primero trabaja en "ser" disciplinada, organizada y comprometida con sus metas, esas cualidades impulsarán las acciones necesarias, como ahorrar, invertir o emprender. Eventualmente, esas acciones llevarán a "tener" estabilidad y éxito financiero.
Aplicar este modelo de Ser-Hacer-Tener, requiere compromiso y claridad, es fundamental estar conscientes de lo que queremos ser, por ello el primer paso es definir quién se quiere ser, esto significa reflexionar sobre las cualidades y valores que se desean cultivar, aquí algunas preguntas: ¿Ser una persona más generosa? ¿Más responsable?.
El segundo paso es tomar acción desde la autenticidad, cada decisión debe estar alineada con ese ser que se está construyendo. Por ejemplo, alguien que quiere ser saludable debe toma decisiones basadas con la alimentación y el ejercicio, en lugar de esperar a que "tener tiempo sea posible".
Y finalmente, evaluar los resultados es fundamental, porque es lo que permitirá observar cómo las acciones tomadas desde el "ser" comienzan a traer resultados tangibles. Este es el momento de comenzar a celebrar los pequeños logros.
La recompensa del enfoque correcto
Al cambiar nuestro enfoque hacia "ser", hacer y tener", nos libera de la trampa del materialismo y del constante "más". Aprendemos a valorar el presente, a ser agradecidos por lo que ya somos y tenemos, y vivir con un sentido de paz y realización. Este camino no sólo enriquece nuestra vida personal, sino que también impacta positivamente a quienes nos rodean, creando un círculo virtuosos de autenticidad y conexión Cuando alguien adopta esta filosofía, no sólo transforma su vida, sino que también inspira a otros a hacer lo mismo. Además, al adoptar este enfoque, nos comprometemos a vivir de manera más consciente y plena. Al final del día, no se trata solo de lo que hacemos o de lo que acumulamos, sino de la profundidad con la que vivimos y de cómo elegimos ser en cada momento.