Si estás leyendo esto, probablemente te encuentras, como yo, en esa encrucijada mágica y a veces abrumadora que es el mes de diciembre. El año 2025 se va desvaneciendo, y con él, viene la inevitable necesidad de mirar hacia atrás. Quiero invitarte a hacer un ejercicio conmigo: detenernos y respirar.
El 2025 no fue perfecto, y esa es la gran lección. Mi año no fue una línea recta de victorias, y dudo que el tuyo lo haya sido. Hubo cimas y en ella poso esos logros de los que me siento profundamente orgullosa, momentos en los que mi disciplina y perseverancia dieron fruto.
Pero seamos honestos, también hubo valles. Esos desaciertos, esos errores que nos hicieron dudar de todo, esos caminos que tomamos y que terminaron en un callejón sin salida. Antes, veía los desaciertos como fracasos, pero ahora los veo como piezas cruciales del rompecabezas. He aprendido, a fuego lento, que todo tiene un por qué y un para qué en la vida. El por qué del dolor, es el crecimiento y el para qué de la dificultad, es la fortaleza.
Cada obstáculo que enfrenté este 2025 no fue un castigo; fue una clase magistral disfrazada. Miro mis heridas y mis victorias por igual y entiendo que todo lo vivido es aprendizaje puro. Este es mi capital para el futuro.
Ahora llegamos a diciembre, y siento esa energía frenética en el ambiente. Queremos cerrar el año con una lista de tareas tachadas que es casi imposible. Nos autoimponemos la quimera de terminar todos los proyectos, leer todos los libros y cumplir todas las metas en un solo mes. Detente. Esa prisa es contraproducente. Es el momento de ser brutalmente honesto sobre nuestras prioridades. Para mí, en este final de ciclo, lo más importante es anclarme a lo que realmente me importa:
La familia: Ellos son mi puerto seguro, el motor que me impulsa. Este mes, mi enfoque es en la presencia de calidad, no solo en la cantidad de tiempo.
La salud: Este es el verdadero tesoro. Si mi cuerpo y mi mente no están bien, el resto de mis sueños no tiene sentido. La salud no es una meta para enero; es una prioridad diaria que no puedo descuidar.
El próximo año está a la vuelta de la esquina, y con él, nuevos retos. ¿Me desaniman? No, al contrario, me motivan. El secreto para alcanzar esas metas y visiones que a veces nos quitan el sueño no radica en la magia o en la suerte. Se encuentra en tres pilares que he construido y reconstruido este año: Disciplina, constancia y perseverancia.
Disciplina para hacer lo que debes hacer, incluso cuando no tienes ganas. Constancia para presentarte día tras día, sin importar si el avance es pequeño y perseverancia para levantarte una vez más después de las caídas que son inevitables.
Así que, mientras cierro este ciclo de 2025, no lo hago con remordimiento por lo que no fue, sino con gratitud por lo que me enseñó. Estoy lista para enfrentar los retos que vienen, no como una superhéroe, sino como una aprendiz disciplinada. Mi mensaje para ti es simple: Honra tu camino, acepta tus lecciones, prioriza lo que realmente importa y prepárate con calma y estrategia para construir el mejor año de tu vida.
Tu amiga
Norys Zerpa



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